LA CUESTIÓN IRLANDESA Y EL PROBLEMA DEL ULSTER[1].
Por Enrique Ravello.
Durante la Prehistoria y la Protohistoira, varios son los pueblos que, sucesivamente, se instalan en la Isla Verde, algunos venidos del este, otros del norte, y también llegan allí pueblos del norte peninsular hispano después de que el fin de la glaciación liberara del hielo a gran parte del centro y norte de Europa, será el primer contacto histórico entre España e Irlanda. Estos pueblos, paleo-europeos e indo-europeos, bastante homogéneos entre sí, protagonizarán la Antigüedad irlandesa bajo el prisma de lo celta.
Al contrario del resto de territorios célticos insulares, Irlanda no se verá sometida a ningún proceso de romanización –como Gales e Inglaterra- ni mantendrá importantes núcleos de población no céltica en su territorio –como el caso de los pictos en Escocia, donde además sí hay restos de una cierta presencia romana en el sur-. Esta particularidad permitirá que la religión ancestral de Irlanda, permanezca hasta la Antigüedad tardía, precisamente cuando, en un proceso llamativamente breve, su casta religiosa, los druidas, se convierta masiva y simultáneamente al cristianismo sin solución de continuidad con religiosidad anterior. Durante los siglos de transición entre la Antigüedad y la Edad Media, los monjes irlandeses, herederos de la sabiduría druidica, darán nacimiento a una nueva religión de simbiosis, el celto-cristianismo, que se extendió por Europa occidental.
La Isla Esmeralda se verá por completo afectada por las incursiones vikingas durante el siglo VIII, instalándose en ella numerosos vikingos, fundamentalmente noruegos. Aún hoy hay un debate abierto sobre si Dublín es fundación noruega o anterior. Estos vikingos se fundieron rápidamente con la población céltica.
A escala europea, el fenómeno vikingo adquirirá una nueva dimensión cuando el jefe vikingo danés, Rollón el normando[2], firma un pacto con Carlos III el simple, tataranieto de Carlomagno, por el que éste, a cambio de finalizar con sus incursiones y defenderle del resto de vikingos, le daba al danés el derecho a instalarse en una parte de su territorio, así nació Normandía. En 1066 un sucesor de Rollón, Guillermo el Conquistador, reclama sus derechos al trono inglés e invade la isla, iniciando el periodo «anglo-normado». Su biznieto, Enrique II (1154-1189), será el primer rey de la Casa Plantagenet en trono inglés, siendo su hijo y sucesor el célebre, Ricardo Corazón de León. La nueva dinastía desarrollará una dinámica expansiva, guerrera y conquistadora, ambiente que queda perfectamente reflejado en la novela Guillermo el Mariscal del medievalista francés, George Duby, máximo exponente de la escuela historiográfica de las mentalidades. Para los monarcas anglo-normandos, Irlanda es un tierra rica, buen objetivo para expediciones de pillaje, así es como comienza la presencia inglesa en la Isla Verde. Posteriormente los ingleses introducirán el feudalismo normando en la isla, chocando con la tradicional concepción de la propiedad irlandesa, donde el derecho a la tierra estaba ligado a la estructura clánica y a una especie de propiedad comunal; del mismo modo se introduce forzosamente la primogenitura en la elección del rey, en lugar de la tradicional monarquía electiva gaélica, el pueblo irlandés nunca llegó a asimilar esta nueva práctica, que en realidad supuso la desaparición la de figura del rey de Irlanda, en beneficio de una serie de jefes locales de escaso poder. Si bien entorno al 1350 asistimos a una fuerte ofensiva de los irlandeses, que habiendo asumido las técnicas guerreras anglo-normandas, recuperan parte de su territorio, el siguiente paso en la destrucción del sistema de vida ancestral irlandés fue en 1494, cuando mediante al Poynings Act, se anula la definición jurídica del Estado irlandés, que pasa a ser un reino ligado a la monarquía inglesa a través de una unión personal[3] .
Aun teniendo en cuenta todo lo dicho, hay un salto cualitativo y negativo en las relaciones entre la monarquía inglesa y el pueblo irlandés. El rey inglés, Enrique VIII[4] (1509-1547), rompe con Roma e instaura la Iglesia anglicana, los irlandeses permanecen fieles al catolicismo, el factor religioso agravará la política inglesa en Irlanda, que para la Iglesia anglicana será territorio a «convertir». Los irlandeses organizan varias rebeliones en las que siempre cuentan con la ayuda española, nunca la suficiente como para derrotar a Inglaterra, pero sí una clara demostración de la vinculación española con la causa irlandesa[5], será el segundo episodio histórico de contacto hispano-irlandés.
El momento dramáticamente trágico llegará con el triunfo de la Revolución inglesa[6], y la consiguiente llegada al poder de los puritanos –unos fanáticos protestantes- y al gobierno de Londres del genocida proto-jacobino Oliver Cromwell y sus Roundheads[7], nacido en una familia enriquecida gracias a las expropiaciones clericales y a la especulación, Cromwell aboga por la eliminación física de los «papistas irlandeses» para instalar en la isla a sus seguidores puritanos que la explotaran comercialmente según la ideología calvinista, para ello contó con su sanguinario New Model Army. Los gobernadores impuestos por Cromwell en Irlanda, entre los que destaca su hijo, Henry, tienen el dudoso honor de llevar a cabo la primera expulsión masiva de población de la Edad Moderna: ningún irlandés estaba autorizado a poseer tierras al este del río Shannon, a los autóctonos les quedaba la opción de la muerte, la semi-esclavitud o la deportación a la zona más occidental y agreste de la isla, Connaught[8]. Aunque el breve paréntesis de la restauración jacobita[9] supuso un alivio para la población irlandesa, el triunfo de la segunda Revolución inglesa –la llamada Gloriosa- retoma la política genocida contra el pueblo irlandés que durante los siglos siguientes llegará a cuotas de brutalidad indescriptible. Como consecuencia, el pueblo irlandés entra en un proceso de pauperización que tendrá su punto más trágico en la llamada «Gran Hambre»: de los 8 millones de habitantes que tenía Irlanda, algo más de dos emigrará fuera del país, mayoritariamente a Estados Unidos y Australia, aunque también a España, donde pronto destacarán en el estamento militar, será el tercer momento de contacto histórico hispano-irlandesa. Entre las familias irlandesas llegadas a España, se sabe del joven matrimonio Selly y su pequeña hija, hoy su tataraniento dedica estas líneas a su memoria.
Hambre, persecuciones, prohibiciones, humillaciones, es el panorama al que se siguieron enfrentaron los irlandeses durante el siglo XIX. Si embargo el alma irlandesa nunca se rindió y es durante ese siglo cuando empieza a gestarse un nacionalismo irlandés capaz de enfrentarse a la política de Westminster y exigir para los suyos un status diferente y un progresivo grado de autonomía, demanda que el parlamento irlandés plasmó en la Home Rule, nunca aprobada por el parlamento británico. Fue necesario que un pequeño grupo de héroes, enraizados en su pueblo, en su cultura y en su herencia y conscientes de que sólo una acción decida y una voluntad determinante marca el destino de los pueblos, protagonizara el famoso Alzamiento de Pascua[10] en 1916. El Alzamiento terminó con la previsible derrota militar por parte de los británicos y el fusilamiento de sus protagonistas, entre ellos: Patrick y William Pearce, Eduard Connolly, Michael O´Hanrahan o Roger Casement, que asumieron sus ejecuciones con la esperanza de que sirviesen para despertar definitivamente a sus irlandeses. Y así fue en 1918 el Sinn Fein[11] ganará las elecciones de forma apabullantes, los diputados electos se reunieron el 21 de enero de 1919 en Dublín para proclamar la independencia de Irlanda, independencia no admitida por el Reino Unido y que dio lugar a la guerra anglo-irlandesa 1920-1921 entre la policía real irlandesa, el ejército británico y los Black and Tans[12] por una lado y el IRA, con victoria de estos últimos. En 1922 se firmó el tratado de paz anglo-irlandés, por el cual Londres reconoce la creación del Estado Libre de Irlanda, que aún mantenía ciertos lazos de unión con la monarquía británica. En 1949 se proclama definitivamente la República de Irlanda, para la que se recupera el nombre de Eire, y en la que su presidente será la máxima autoridad y se cortarán todos los lazos con la Commonwealth. Irlanda se convierte en un Estado soberano, es el buen final de la «cuestión irlandesa».
La aplicación del tratado anglo-irlandés que supone el fin de la «cuestión irlandesa», tendrá como consecuencia la aparición de un nuevo conflicto en el norte de la isla, que sin bien tiene precedentes comunes, es una cuestión muy diferente, nos referimos al «problema del Ulster». En el tratado se estableció el derecho a la autodeterminación de Irlanda del Norte, los británicos exigían esa cláusula para reconocer la independencia de la República de Irlanda, por parte irlandesa, Michael Collins entendió que una República irlandesa que incluyera ese elevado porcentaje de unionistas era un proyecto político inviable, previó –con acierto- que la inestabilidad y la guerra civil se hubiesen enquistado en toda Irlanda, y que era justo, pero también necesario dejar a los unionistas, mayoritarios en el norte, que decidiesen su destino. La firma de Collins le supuso su asesinato por parte de miembros del IRA –organización fundada por él mismo- contrarios a ese pacto y favorables a la postura radical de de Varela[13].
En 1921 Irlanda del Norte debía decidir a cuál de los dos estados quería pertenecer definitivamente. El nacionalismo irlandés, en detrimento de la simbología tradicional: la cruz de San Patricio, y el arpa, había elaborado una nueva bandera tricolor en el siglo XIX: el verde representaría la herencia celta de Irlanda, el blanco la paz, el naranja la pretensión de que los orangistas se reconocieran como una parte más del pueblo de Irlanda, pretensión fallida[14]. Los unionistas de los 6 condados del Ulster, absolutamente mayoritarios en la provincia desde el punto de vista demográfico, deciden, llegado el momento de forma libre, clara y rotunda formar parte del Reino Unido, ejerciendo el famoso derecho a la autodeterminación del Ulster. Derecho que nunca han reconocido los nacionalistas irlandeses, al no aceptar que el Irlanda del Norte tenga entidad propia diferenciada a la del resto de Irlanda, es por esto que el IRA[15] nunca ha aceptado un referéndum para que la provincia elija de nuevo su destino político, su exigencia es que en tal hipotético referéndum votasen a la vez todos los habitantes de la isla, algo a lo que –obviamente- los norirlandeses se oponen. Sólo en la negociación del Proceso de Paz, el IRA ha admito la posibilidad de una consulta popular realizada exclusivamente en el norte de Irlanda, el motivo de ese cambio de actitud es que, los datos demográficos indican que en pocas generaciones los católicos podrán invertir la proporción demográfica actual y convertirse en mayoritarios en Irlanda del Norte, lo llevaría con toda seguridad a su incorporación a la República de Irlanda.
Como nos recuerda Jean Mabire[16], tan conocedor y amante de la causa irlandesa, como objetivo y riguroso en sus escritos, insistimos en que, contrariamente a lo que parece ser una opinión muy extendida, la situación de Irlanda del Norte no es la de una colonia, pues la absoluta mayoría de su población el protestante; ni está bajo soberanía británica «militarmente», sino por decisión expresa de su población renovada en todas las elecciones habidas en la provincia, en las que los partidos protestantes ganan holgadamente; ni estos protestantes son restos de la presencia inglesa, pues se trata de población de origen escocés[17], que como tales y como presbiterianos –no anglicanos- también sufrieron ciertas discriminaciones por parte de la corona británica –siempre menores que las sufridas por los irlandeses-. Estos escoceses llegados al Ulster en un proceso llamado Plantation of Ulster e ideado por la monarquía de Londres para «pacificar» la zona más rebelde de Irlanda, fueron mayoritariamente soldados y campesinos, no fueron ajenos a penurias y dificultades, muchos de ellos emigraron a Canadá y Estados Unidos, donde tuvieron una notable influencia en el Sur.
Edward Carson, ha sido el líder político más destacado de esta comunidad, él consiguió que a Irlanda del Norte se le reconociera el derecho a decidir sobre su futuro. Lord Carson se retiró de la política en 1929, advirtiendo que la marginación de la minoría católica de Irlanda del Norte, traería inestabilidad, recordando la necesidad de integrarla en igualdad de condiciones con los protestantes, sus sucesores en el gobierno de la provincia británica no le hicieron caso, y efectivamente las advertencias de Carson se cumplieron. En los años 60, la minoría católica, indiscutiblemente marginada, inicia una fuerte campaña en demanda de sus derechos civiles, en poco tiempo esa demanda civil se transforma en una cuestión política, esta minoría pretenderá la incorporación a Irlanda, mientras que la mayoría protestante defenderá la permanencia en Reino Unido[18], el conflicto armado consiguiente es por todos conocido con 3.500 muertos y más de 36.000 heridos.
En 1994 el IRA-Provisional declara el alto el fuego y se inicia un proceso de paz del que no son causas ajenas que, para Reino Unido fuera excesivamente costoso mantener su despliegue militar en Irlanda del Norte en una y que Estados Unidos[19], donde el IRA se financia gracias a la comunidad irlandesa y se aprovisiona de gran parte de su armamento, ponga fin a su tradicional condescendencia con la organización armada irlandesa. Muy probablemente en conversaciones previas entre los dos aliados anglosajones decidieran actuar conjuntamente para terminar con un conflicto excesivamente costoso para las arcas londinenses[20]. Después de crisis, paralizaciones y reactivaciones del proceso de normalización en Irlanda del Norte, en el que la isla ha perdido y recuperado varias veces su autogobierno, la situación actual permite cierto optimismo, los dos partidos más radicales de ambas comunidades: el Democratic Unionist Party (DUP) del reverendo Ian Paisley por parte protestante[21] y el Sinn Fein[22] de Gerry Adams[23], se han convertido en los más votados por los suyos y ambos están obligados a entenderse en la formación del actual gobierno autonómico norirlandés, que tiene como objetivo principal consolidar la paz y la estabilidad en el norte de la Isla Verde.
No queremos cerrar estas líneas sobre Irlanda del Norte, sin expresar nuestra admiración por el heroísmo demostrado por ambas partes en la defensa de sus comunidades, llegando a casos de sacrificio y entrega extremos. Pero esperamos que cese definitivamente de derramarse sangre irlandesa y escocesa en el Ulster, abogamos por una paz y entendimiento definitivo entre estos dos pueblos tan cercanos a los que deseamos ver juntos, en la lucha por nuestra Europa.
[1] El término Ulster (Ulad en gaélico) lo usamos por convención, pero no es enteramente correcto, ni es sinónimo de Irlanda del Norte. Irlanda está divida en cuatro regiones históricas: Ulster, Munster, Leinster y Connaught, cada una de ellas subdivididas en varios condados. El Ulster está formado por nueve condados: seis de ellos (Derry, Tyrone, Fermangh, Down, Antrim, Armagh) forman Irlanda del Norte, bajo soberanía británica, los otros tres ( Donegal, Cavan, Monaghan), forma parte de la República de Irlanda. Los protestantes unionistas usan el término de Ulster, los republicanos nacionalistas se refieren a los 6 condados. En la República de Irlanda hay 26 condados, el Sinn Fein y el IRA usan el término «los 32 condados» para referirse a la totalidad de la isla.
[2] Latinización del nombre Gange Rolf
[3] De facto el rey inglés pasa a serlo también de Irlanda, que queda absolutamente sometida a Inglaterra, que ya incluía a Gales desde el siglo XIII.
[4] De la Casa Tudor.
[5] El tradicional aliado geopolítico de Irlanda contra Londres ha sido España; mientras que para Escocia, lo ha sido Francia.
[6] Para muchos el precedente de las revoluciones liberales.
[7] «Cabezas redondas» llamados así por su típico corte de pelo al estilo puritano.
[8] De ahí que en esta región se haya preservado con más fuerza la lengua gaélica (Gaeltacht).
[9] Es decir la vuelta el trono inglés de la dinastía católica de los Estuardo.
[10] Éiri Amach na Cásca en gaélico.
[11] Sinn Fein en gaélico «nosotros solos». El gran partido del nacionalismo irlandés. Tras la dimisión de de Varela, muchos de sus miembros, y otros grupos políticos favorables a aceptar el tratado anglo-irlandés fundaron el Fine Gael «familia irlandesa», que también tuvo otra escisión en 1932, el Fianna Fail «soldados del destino», ambos serán los dos grandes partidos de la República irlandesa. El Sinn Fein mantiene su fuerza política en los 6 condados de Irlanda del Norte.
[12] Negros y Marrones, tropas británicas, así conocidas por el color de sus uniformes.
[13] De Varela reconoció su error al final de su vida política.
[14] Es curioso observar como, en consecuencia, los nacionalistas irlandeses han ido «amarilleando» la franja naranja
[15] Tras la independencia irlandesa, el IRA permaneció como un pequeño grupo opuesto al tratado anglo-irlandés, que protagonizaba esporádicas campañas en la frontera con británico-irlandesa. Este Ira-Oficial, tendrá una importante escisión en 1969 creándose el IRA-Provisional, los famosos «provos», que se convertirán en una poderosa organización armada. El IRA-Oficial declaró el alto el fuego en 1972, el IRA-Provisional está participando en el actual proceso de paz para Irlanda del Norte, los «provos» frecuentemente se han referido a sí mismos como Óglaigh na hÉireann, es decir «Voluntarios de Irlanda», o simplemente «voluntarios». En 1974 se fundó, por antiguos miembros del IRA-Oficial que no aceptaron opuesto al cese de la violencia, el marxista-leninista Irish Nacional Liberation Army (INLA). En los años 90 aparecieron dos escisiones del IRA-Provisional, contrarias al Proceso de Paz: el IRA-Auténtico y el IRA-Continuidad y el IRA-Auténtico tristemente conocido por el brutal atentado de Omagh en 1998.
[16] Ver la entrevista publicada en este número.
[17] Para más información sobre estos escoto-irlandeses, ver en este número el artículo: E. Ravello, «Los escoceses del Ulster. ¿Quiénes son los orangistas?»
[18] Constituyendo también organizaciones paramilitares con esa finalidad: Ulster Defence Association (UDA), Ulster Volunteer Force (UVF), Loyalist Volunteer Force (LVF), Red Hand Defenders (RHD).
[19] Especialmente la ciudad de Boston.
[20] Los unionistas hablan de la «traición de Westminster».
[21] En detrimento del Unionist Ulster Party (UUP) del premio Noble de la Paz, David Trimbel, quien dejó su cargo en favor de Sir Reg Empey
[22] En detrimento del Social Democratic and Labour Party (SDLP) del premio Nobel de la Paz, John Hume que en 2004 dejó la jefatura en manos de Mark Durkan.
[23] Del que se dice fue jefe militar de la columna del IRA-Provisional en Belfast durante los años 70.
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